martes, 19 de marzo de 2013

LA VICTORIA DE PIRRO

Vencer en una contienda suele ser importante. La victoria significa haber llegado a la meta prevista, obtener el éxito. Pero  aunque en general el esfuerzo que debe hacerse  para conseguir esa victoria es proporcional a los beneficios del triunfo, hay ocasiones en las que es tan grande o de repercusión tan fuerte el esfuerzo invertido por en el vencedor en la victoria, y tan escasos los beneficios obtenidos, que se dice que se obtiene una VICTORIA PÍRRCA.

Cuando en una contienda electoral se hace un esfuerzo por dar forma a unas ideas, a una voluntad  de acción definida y clara en lo que se denomina programa  electoral, se aspira legítimamente a obtener el respaldo suficiente de los votantes, para poder hacer realidad ese plan de actuación. Una campaña electoral debería fundamentarse en la explanación detenida y clarificadora, ante los diferentes colectivos implicados en el proceso de elección,  de esos escritos programáticos en los que los candidatos asientan su proyecto de actuación en el futuro.

Pero en ocasiones el esfuerzo mayor se centra en el cómputo casi compulsivo de los votos allegados, de los apoyos asegurados, de las voluntades vencidas. En tales circunstancias nos podríamos preguntar dónde se establece el límite de lo razonable, de lo proporcionado y discreto. Y es también en esta situación en la que cabe la reflexión con que iniciaba este post. Vencer es importante, es verdad, pero cabría preguntarse si el vencer a cualquier precio legitima y sirve siempre al vencedor. Las hipotecas cerradas pignoran la libertad de acción y condicionan la propia actuación  del prestatario. Una victoria pírrica arruina y condiciona al vencedor por el alto precio abonado en el esfuerzo de la contienda.

La Facultad de Educación de la Universidad de Alicante está abocada a un futuro inmediato muy complejo, difícil, preñado de cuestiones que habrá que resolver; para ello será imprescindible una gestión firme, pero abierta, generosa, transparente, para la que resulta fundamental una capacidad de análisis de la realidad a medio plazo, y de libertad e independencia interna para la negociación y la defensa de los intereses legítimos de la Facultad y de quienes la constituyen y dan sentido: ALUMNADO, PAS y PDI. Pero para conseguir la necesaria eficacia en esta compleja gestión se necesita estar libre de hipotecas, de perentorios acuerdos, de votos condicionados. Por eso desde este blog deseo solicitar a todos los claustrales, a todos los compañeros y compañeras en cuyo voto se ha proyectado la voluntad de colectivos muy amplios, junto a la reflexión y a la responsabilidad, la generosa y valiente apertura de miras que garantice que su voto responde a la consideración real de las necesidades  de la Facultad y no de otro tipo de intereses más o menos legítimos pero que pudieran hipotecar la actuación del elegido.

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