La nueva situación va a tener una repercusión significativa en el espacio laboral propio de los maestros y las maestras: efectivamente, a partir de este momento van a convivir profesionales diplomados con los graduados. Ambos títulos cualifican por igual para el ejercicio de la profesión, es obvio, y con ambos títulos podrá ejercerse el magisterio, al menos durante los años que se consideren necesarios como etapa de transición.
En el momento actual estamos cerrando definitivamente el proceso de accesos al magisterio mediante la diplomatura, es decir, este es el último año para que concluyan sus estudios quienes iniciaron su formación según los planes antiguos.
Dadas las condiciones laborales que se les presentan, parece una opción muy razonable que algunos diplomados piensen que, sería interesante convertir su titulación media en la nueva titulación superior, es decir, convertir su diplomatura en un grado. Y efectivamente, parece que es bastante significativo el número maestros diplomados que han pensado en ello.
Pues bien ¿cuáles son las posibilidades que ofrece la Facultad de Educación a sus titulados a este respecto? Si seguimos las instrucciones oficiales podríamos resumirlas en los siguientes elementos:
a) Han de solicitar el ingreso en el grado en competencia directa con los alumnos de nuevo ingreso, con su nota de selectividad, por lo que podrán acceder o no en función de dicha nota (que ya les sirvió en su día para ingresar, pero ahora podría no servirles) o por el cupo de titulados (de cualquier titulado venga de donde venga y según la nota media de la titulación), y ocupar plaza de nuevo ingreso, repercutiendo de este modo en el número de plazas de que se ocupan.
b) Han de solicitar (si quieren claro) el reconocimiento de créditos, según un listado que se ha hecho público, abonando el 25% de las tasas correspondidentes de matrícula de todas y cada una de las asignaturas cuyos créditos les sean reconocidos.
c) Pagar, claro está, los créditos que por no haber sido reconocidos tengan que cursar de manera obligatoria en uno o dos cursos, pues se incorporan a la enseñanza normalizada y no es fácil conseguir suficientes niveles de compatibilidad de horarios.
Resumiendo: la Facultad de Educación de a Universidad de Alicante exige a sus egresados con el título de Magisterio en cualquiera de las especialidades, la reincorporación ex nihilo a la Facultad (si su nota de selectividad les da pie para ello) y a la titulación a la que aspiran; abonar los derechos completos del nuevo título que les habilita para el ejercicio de la misma profesión que el que ya han conseguido; someterse, como cualquier otro alumno que provenga de otras facultades o de otras universidades, al sistema de reconocimiento de créditos regulado y emplear dos cursos, por lo menos, en conseguir la nueva titulación. Eso sí, habría conseguido y pagado dos títulos (que valen para lo mismo), para poder enmarcar y poner en su habitación.
¿Qué creían ustedes, que se les iba a regalar el título así, porque sí?
¿Qué creían ustedes, que se les iba a regalar el título así, porque sí?
Pero en realidad ¿es eso necesario? ¿Qué podemos entender por "adaptación al grado"? ¿No se podría pensar un una opción que significase que nuestros egresados de Magisterio (en cualquiera de las especialidades) pudieran "adaptar" su título al de Grado mediante un sistema de reconocimiento global que garantizase la consecución del título correspondiente en un curso académico?
Se trata, pues, de titulaciones equivalentes en cuanto a su cualificación profesional, con una finalidad formativa idéntica, y una diferencia de formación de 60 créditos.
Teniendo en cuenta estas tres características (idéntica finalidad formativa y misma cualificación profesional y un diferencial de 60 créditos de formación en las aulas) ¿no sería posible diseñar un plan que permitiera a los diplomados egresados de nuestra facultad, adaptar su título al de graduado en un solo año, cursando los 60 créditos que se considerasen necesarios, atendiendo a la formación previa específica de las distintas especialidades de origen de los diplomados?
¿Se ha realizado un estudio administrativo y académico que hiciera posible esta opción formativa? ¿Qué aspectos favorables y desfavorables para el alumnado y para la Facultad podría suponer una iniciativa de este tipo? ¿Es nuestra nueva Facultad una facultad "nueva", capaz de dar respuesta adecuada a las actual situación, a los nuevos retos, a las más recientes y acuciantes demandas de una sociedad a la que nos debemos como servidores públicos? Hay cosas que se comprenden mal, otras que no se comprenden en absoluto. Hay silencios y ausencias que manifiestan con claridad que nos encontramos ante una situación cerrada, oscura, sin horizonte, sin mañana.
Tenemos derecho a soñar con una Facultad de Educación abierta, palpitante, luminosa. transparente, en la que los problemas puedan plantearse con rigor y claridad y las soluciones se busquen entre todos y en función de todos.
Aunque a veces pudiera parecer otra cosa, nuestros alumnos han de ser la prioridad por excelencia, el horizonte preferente, la voz constante para la interlocución, la materia prima que nos hace importantes y que proyecta nuestra actividad hasta el mañana. Nuestros alumnos de hoy son los maestros que formarán a los españoles que habitarán todo el siglo XXI, y ese parís, bien vale una misa.
en una facultad de educación