viernes, 31 de octubre de 2014

S.O.S. La LOMCE empieza su andadura.



BUENOS DÍAS


Hace unos días una huelga de estudiantes contra la LOMCE dejó vacías las aulas de los institutos y de las universidades, pero como el sayón ante el túmulo de Felipe II, “fuese la huelga y no hubo nada”.  Y es que una huelga de estudiantes a estas alturas de la película y con la que está cayendo no inquieta ni al ministro ni al gobierno, ni a los parlamentarios –de ningún color- entretenidos a la sazón con más inquietantes y apasionadas aventuras y corruptelas.

Mientras tanto, sigue Wert su camino de destrucción del tejido educativo mediante  la entrada en vigor de los desarrollos legislativos de la malhadada ley su incorporación progresiva a las escuelas y a los centros de secundaria de la enseñanza pública (los de la privadaconcertada ya estaban legislados y no han tenido que cambiar casi nada, ni la organización piramidal de los centros, que ya tenían, ni la ratio de casi cuarenta alumnos por aula, que venían ostentando desde siempre como signo clarividente de eficiencia educativa, ni  sus libros de texto que cubren sobradamente las nuevas inquietudes ministeriales).

Esta callada y tranquila entrada en vigor de la “nueva educación” va emponzoñando los pocos resquicios que aún quedaban de racionalidad educativa, de auténtica preocupación formativa.

Hace un par de días leí en la prensa que se iniciaban unas jornadas para explicar las repercusiones de la LOMCE al profesorado que, algo desorientado, necesitase un empujoncito para saber de qué iba el tema. No extraña esta preocupación si se tiene en cuenta el sentido y los contenidos de los desarrollos curriculares de la LOMCE, al menos en lo que hasta ahora se ha venido publicando sobre el desarrollo curricular del nuevo sistema.  Ya la Ley Orgánica de “mejora de la calidad” amenazaba generosamente sobre lo que podría acabar siendo la educación en España. Todos sabemos que la LOMCE toma como punto de partida el desprecio del sistema educativo español,  basado en la peregrina idea de que la educación no puede concebirse como un  derecho inherente al ser humano y un instrumento social para la igualdad de oportunidades, sino una carrera de cualificación (profesional) al servicio de una sociedad moderna que selecciona a “los mejores”, o lo que es lo mismo a los que puedan pagar su mejor formación.


Pues bien, este desprecio esencial por la educación, que tiene otras muchas manifestaciones y evidencias, se observa de nuevo con total evidencia al tomar en consideración los documentos propios del primer nivel de concreción curricular, tanto del Ministerio como de las Comunidades Autónomas, que con alevosía y estividad (en pleno verano) han hecho públicos sus respectivos desarrollos curriculares, en los que encontramos el desatino educativo y la dejación didáctica más significativa desde que se inició esta estúpida carrera de transformaciones a la carta allá por 1992.

Nos encontramos con un documento en el que se hacen constar objetivos generales de etapa, pero, curiosamente,  no aparecen objetivos específicos de área de conocimiento o asignatura. De este modo los contenidos, que sí se publican, y los llamados “criterios de evaluación” carecen de un referente directo que pueda explicar o justificar su presencia y la secuenciación correspondiente. ¿Se trata tal vez de un descuido o de un olvido? ¿Se trata de una actitud buscada e intencionada para proporcionar un margen mayor de maniobra a editoriales, pongamos por caso? Respóndanse ustedes, pero no dejen de considerar, que al carecer de objetivos específicos, resulta casi imposible determinar el sentido educativo y la secuenciación de las tareas didácticas.

Curiosamente se añade un apartado nuevo que bajo el novedoso título de “Estándares de aprendizaje evaluables” (que en castellano normativo debería rezar con el adjetivo inmediatamente detrás del sustantivo “estándares evaluables de contenido”, pero eso tampoco parece preocuparle mucho a Mr. Wert y su paranoia plurilingüística) cuyo alcance y significado didáctico se nos escapa de momento. La forma en que se formulan (“realiza resúmenes de textos leídos”, por ejemplo)  los convierte en realidad en “criterios de evaluación” sobrepuestos a los que se denominan de esa manera y cuya formulación  “resumir un texto leído” más bien parece un objetivo específico, en este caso de carácter procedimental. Es decir, una especie de ensalada o revoltijo de cosas que nos hacen pensar que estos documentos son el producto o de la improvisación,  de la ignorancia o de la mala fe y el desprecio. De una forma u otra, impropios de una gestión educativa responsable, equilibrada, cualificada y creíble… o por ser más directos propios de una gestión educativa irresponsable, desequilibrada, no cualificada e inverosímil.

Dejemos aquí esta entrega. Estamos ante una dinámica peligrosamente desajustada que nos preocupa mucho y no ya solamente por  las intenciones retorcidas y terribles de la LOMCE, sino por el descuido vergonzante con que empiezan a producirse los documentos esenciales del primer nivel de concreción curricular.


No deberíamos permanecer impasibles ante una situación  tan preocupante. Se prevén nuevas movilizaciones de estudiantes, y considero que es imprescindible una toma de conciencia por parte de la sociedad en su conjunto, no podemos permitir que esta locura siga haciendo daño a un sistema educativo que, con sus muchas necesidades, tenía,  al menos, un  horizonte limpio por el que merece la pena luchar. La LOMCE es un torpedo dirigido a la línea de flotación del nuestro sistema educativo; hay que conseguir que se retire, como se consiguió con la del aborto; y con ella a su ministro.

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